Una Voz para las Invisibles.

El pasado día 4 de marzo tuvimos el honor de ser invitados por la Asociación Anavid a un evento celebrado en el Congreso de los Diputados, un espacio simbólico donde se debaten y construyen las leyes que rigen nuestra sociedad.

Este acto no fue un evento más; fue una llamada desgarrador, y un grito soro a la conciencia colectiva y a la Justicia una oportunidad para escuchar a aquellos cuyas voces han sido sistemáticamente silenciadas, cuyas angustias han sido ignoradas por las administraciones y cuyas vidas han quedado atrapadas en el laberinto de normas y regulaciones que, en lugar de protegerlos, los condenan al sufrimiento silencioso.

El evento, organizado con el propósito de visibilizar a un sector de la población que sufre en la sombra, puso sobre la mesa realidades incómodas pero necesarias.

Hablamos de personas que se han convertido en víctimas colaterales de situaciones aberrantes, amparadas por normas y leyes que, aunque bien intencionadas en su origen, terminan perpetuando injusticias.

Estas son personas cuyas historias no suelen ocupar titulares, cuyos rostros no aparecen en los medios, pero cuyas vidas están marcadas por el dolor y la desesperanza.

Durante el acto, representantes de Anavid y varios invitados especiales compartieron testimonios desgarradores que pusieron en evidencia los fallos del sistema.

La Asociación Anavid, conocida por su incansable labor en la defensa de los derechos de los más vulnerables, ha logrado con este evento abrir un espacio de diálogo y reflexión en uno de los lugares más emblemáticos de nuestra democracia.

Historias de familias separadas por normativas inflexibles, de personas con discapacidad que luchan por acceder a servicios básicos, de víctimas de violencia institucional que no encuentran justicia, y de comunidades enteras que son ignoradas por las políticas públicas.

Debemos de destacar la importancia de escuchar a quienes han sido, y están siendo marginados y silenciados por que no interesa lo que es voz reclama.

Se trata de una llamada desgarradora, y un grito sordo a la conciencia colectiva.

Ello nos lleva a poner de relevancia sobre; la presunción de Inocencia la desprotección de las victimas indirectas, la deshumanización del sistema judicial actual y la necesidad de reformas urgentes, así como el importante papel de la sociedad civil.

Como asistentes a este evento, salimos del recinto con el alma encogida, sumidos en una atroz impotencia, pero con un sentimiento de responsabilidad renovada.

Las historias compartidas nos interpelan, nos exigen no permanecer indiferentes.

Este acto no fue solo un llamado a la acción para los legisladores y las administraciones públicas, sino también para cada uno de nosotros, porque una sociedad que ignora a sus miembros más vulnerables es una sociedad que pierde su humanidad.

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