En el marco de la Primera Guerra Mundial, el Parlamento italiano aprueba la política de neutralidad del país, rompiendo la Triple Alianza de 1882, en la que el país mantenía una alianza militar con Alemania y el Imperio austrohúngaro.
Este cambio de postura tuvo un impacto significativo en el curso de la guerra y en las relaciones internacionales de la época.
La Triple Alianza, firmada en 1882, había sido un pilar de la política exterior italiana durante más de tres décadas.
Sin embargo, con el estallido de la Primera Guerra Mundial en 1914, Italia se encontró en una posición difícil.
Aunque inicialmente se mantuvo neutral, la presión interna y las promesas de territorios por parte de la Entente (Francia, Reino Unido y Rusia) llevaron a Italia a reconsiderar su alianza.
La decisión de romper con la Triple Alianza y adoptar una política de neutralidad fue un movimiento estratégico que permitió a Italia negociar con ambos bandos del conflicto.
Finalmente, en 1915, Italia se unió a la Entente mediante el Tratado de Londres, que prometía territorios austrohúngaros a Italia en caso de victoria.
Este cambio de alianza tuvo profundas implicaciones para el curso de la guerra y para el futuro de Europa.
La entrada de Italia en la guerra del lado de la Entente fortaleció significativamente a los Aliados y contribuyó a la eventual derrota de las Potencias Centrales.
La historia de la neutralidad italiana y su posterior entrada en la guerra es un recordatorio de la complejidad de las relaciones internacionales y de cómo las decisiones políticas pueden tener un impacto duradero en el curso de la historia.
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