El médico Carlos Finlay consigue demostrar en Cuba que el transmisor de la fiebre amarilla es el mosquito Aedes aegypti.
Finlay hizo un avance crucial en la comprensión de la fiebre amarilla al demostrar que el transmisor de la enfermedad es el mosquito Aedes aegypti.
Este descubrimiento fue fundamental para el avance en la prevención y control de esta enfermedad.
Carlos Finlay había propuesto la teoría de que la fiebre amarilla se transmitía a través de un vector, y en 1881, después de realizar una serie de experimentos y observaciones en La Habana, Cuba, logró confirmar que el mosquito Aedes aegypti era el agente responsable de la transmisión de la fiebre amarilla.
Su trabajo se basó en la observación de la aparición de la enfermedad en personas que habían sido picadas por mosquitos en áreas endémicas y en la realización de experimentos que confirmaban su hipótesis.
A pesar de la importancia de su descubrimiento, Finlay enfrentó escepticismo y resistencia en su época, y su teoría no fue completamente aceptada hasta que el trabajo del médico estadounidense Walter Reed y su equipo en 1900 corroboró y amplió los hallazgos de Finlay.
Reed y su equipo confirmaron experimentalmente que el Aedes aegypti era el transmisor de la fiebre amarilla y que la enfermedad podía ser prevenible mediante el control de los mosquitos.
El descubrimiento de Finlay no solo ayudó a comprender la fiebre amarilla, sino que también sentó las bases para el desarrollo de estrategias de control de enfermedades transmitidas por mosquitos, un campo que sigue siendo crucial para la salud pública mundial.
