Ocurre la tercera defenestración de Praga y detonante de la Guerra de los Treinta Años.
La defenestración de Praga, a pesar de su naturaleza violenta y poco convencional, se convirtió en un símbolo de la lucha por la libertad religiosa y la autonomía política.
El evento sigue resonando en la historia europea como un recordatorio de los peligros del fanatismo religioso y la tiranía política.
El emperador Matías II, de religión católica, buscaba imponer su autoridad sobre las tierras bohemias, en su mayoría protestantes.
Las medidas imperiales, como la clausura de iglesias protestantes y la prohibición de elegir un rey bohemio protestante, provocaron un gran descontento entre la nobleza bohemia.
